miércoles, 29 de septiembre de 2010

Las caras de nuestra comodidad


Encerrados en el olvido del progreso del capital, olvidados por la ciencia y la tecnología, ignorados por las masas que contemplan maravillados una realidad inventada entre las rejas de rayos catódicos, ellos permanecen ahí donde el sol no los alcanza.

Si el experimento es exitoso, se asistirá a todo tipo de explicaciones. Un ala de la sociedad repetirá hasta el hartazgo la palabra milagro (mientras que el sufrimiento quedará en los cuerpos de cada uno de los hombres convertidos en topos), otra resaltará la valentía y la fortaleza del humano para sobrevivir en adversas condiciones (que él mismo le impuso) y algunos quedarán maravillados por la planificación del rescate, como si sacándolos de la profundidad de la tierra implicase su salvación. Cuando cada uno de ellos, se muere un poco en cada respiro en sus jornadas laborales.

Quizás el rotar constante de la tierra, no le permita al hombre detenerse y pensar en las formas que adquirió el desarrollo de su vida. Quizás, habrá que digerir la idea de que si se tiene la suerte de haber subido al tren del progreso, sólo se deben reclamar mejoras e igualdades en otros planos y que aquellos que quedaron de a pie hagan lo que puedan.

Allí están, ocultos, disfrazados por el paisaje, los que el sistema aún no les dio el certificado de evolución, los que permiten llevar una vida en democracia, con tecnología y comodidades varias.