lunes, 8 de junio de 2009

Más que un voto.

Cara o seca; Cara o proyectos; Cara o propuestas; Cara o planes; Cara o ideas; Cara o política; ¿Qué se vota?, ¿porqué se vota? En estos días las góndolas se interponen a nuestra mirada y desde nuestra pasividad solo resta seleccionar un papel, quizás aquel que nos cae más simpático, quizás aquel que nos suene familiar el nombre. El proceso es tan sencillo como elegir un frasco de mayonesa en un hipermercado. Con la lectura del prospecto o ingredientes, basta para decidir. Luego se consume ese producto durante un plazo determinado de tiempo, este puede variar dependiendo del hambre con el que se cuente. Pero los gobernantes tienen una fecha de vencimiento algo más prolongada.
Y es que votar cada vez más, se parece a consumir un producto. La triple V, voy, voto y veo que hacen. Después la crítica pasiva, después los intelectuales de sillón, después la comodidad de la teoría sin aplicar. Pero del otro lado no se hacen las cosas mejor. Del otro lado se exponen los Frankesteins de las ideologías, que cortan y pegan ideas a su antojo y se publicitan como candidatos competentes para hacerse cargo del destino del país. Y convencen con tan poco. Algunos simples modelos publicitarios de los que nunca se escucho una idea o un pensamiento acerca de algo. Otros solo ofrecen su supuesta honestidad como un valor, mientras eso poco dice de su posibilidad de llevar adelante un proyecto político.
Pero éste no es un fenómeno únicamente criollo, al norte se consideró a un candidato revolucionario por su color de piel, entre sus promesas, acabar con la guerra (durante su gobierno se dio en Afganistán, el ataque a civiles más cruento de esta guerra), cerrar Guantánamo (aún continúa abierta). Allí pareciera que fue solo cara, ¿qué será por aquí?