miércoles, 6 de mayo de 2009

Cuando la esterilización no permite alejarse de la realidad.


No se contagia, no muta. Siempre existió su cura y está al alcance de la humanidad, sin costosas investigaciones de por medio, pero nunca se llevo adelante su aplicación. Es provocada por el mal desempeño de los hombres y no por mosquitos, ni cerdos y nos persigue hace siglos. Quienes la padecen no presentan gripe, ni fiebre, sino que sufren de varios trastornos, algunos explícitamente físicos (que es de mal gusto siquiera describir), y de otros males . Entre estos últimos quizás el más doloroso, es su ocultamiento. Es el nunca haber sido o ser prioridad ni de la ciencia, ni de los Estados, ni siquiera de las religiones.
Y allí están con sus huesos cada vez más protagonistas y sus voces cada vez más apagadas. Del otro lado de la vida, donde la prioridad primaria ya fue superada, las preocupaciones son otras. Barbijos, guantes, alcohol en gel y repelente, en lo micro y caídas de bolsas, quiebras, pedido de prestamos al Estado, en lo macro.
Los gobiernos preocupados ponen a disposición todos sus herramientas para salvar empresas (y sus correspondientes puestos de trabajo), que en épocas de vacas gordas no suelen acordarse del Estado y en los momentos de crisis suplican ayuda. Muchas de éstas, presentan la quiebra pero sus dueños continúan con su capital intacto. Y mientras se escuchan prestamos escandalosos, quienes necesitan ayuda hoy, a riesgo de dejar verdaderamente de existir, continúan sin recibirla. Pero el riesgo no solo es morir, sino que como es sabido, la alimentación es necesaria para la conformación de las capacidades intelectuales del individuo, es decir de quienes integrarán la sociedad. Hay algo claro, una mala (o cuasi inexistente) alimentación conduce a una persona a un camino marginal, con todo lo que eso implica.
Un dato extravagante, en el mismo mundo donde un humano no cubre su necesidad básica, se gastó en un decenio 1,2 billones de dólares en artículos exclusivos para matar a alguien de la misma especie.
Y quienes tienen el estomago lleno prefieren no pensar, no ver, pero en algún momento no alcanzarán los barbijos, los guantes y los anteojos oscuros para alejarlos de lo que pasa….