
Inseguridad, robo, secuestro y asesinato son palabras que se repiten en los medios por estos días. Crónica TV (sólo un ejemplo) atormenta con sus titulares como si cada noticia/crimen sucediera a la vuelta de la esquina.
Miedo, paranoia, desconfianza y pasividad se reparten en partes iguales entre los televidentes y la mayoría de los ciudadanos del pequeño (y rico) Buenos Aires y el Grande (pobre).
Y se va creando un escenario en el que parecería que en la esquina espera siempre el tormento, la violación o la muerte. Y así, en ese paisaje ficcional concebido por directores de cine que ficcionalizan la supuesta realidad, agregándole música, titulares y otras herramientas para dramatizar, no se percibe lo que materialmente nos rodea diariamente. En el corto trayecto (Safari) que va desde los últimos lugares del conurbano bonaerense sur a Puerto Madero, con previa digestión en La Boca, se puede apreciar las verdaderas condiciones del escenario argentino, en donde hay en menos de quince minutos de distancia un ser humano que vive bajo una chapa y cartones y otro que vive en un departamento cuyo valor avergüenza escribir. Pero no se trata de razonamientos comunistas ni mucho menos, no hace falta ser un humanista para darse cuenta de la violencia que encierra dicho ejemplo.
Pero en un sistema donde el modelo de celular que se tiene, es más importante que el propio nombre; en donde consumir todo menos alimento es lo necesario; en donde no existe el ciudadano o la persona sino el tipo de consumidor y el target (sea lo que sea); en donde los candidatos se venden como mercancía a los ojos de los votantes (compradores de imagen e ilusiones); en donde quien no tiene la posibilidad de comprar no tiene la (ridícula) posibilidad de ser, como en una nueva versión (mucho menos dolorosa) de un desaparecido. Allí, ¿Qué se espera de aquél que envuelto en estos valores nace en un medio hostil?, ¿Qué hay, si nació en los quince minutos más cercanos a la chapa?, ¿Qué se aguarda de aquél que mira desde la calle con un limpia parabrisas en la mano, a un chico de su misma edad con un juguete en la mano en el auto de su padre?, y por último, ¿Qué se espera de aquél que consume una droga que sabe que lo mata (literalmente) en menos de un año? ¿Qué se preocupe por el prójimo?
Alguien no los integró, alguien quizás prefirió cerrar fábricas, alguien prefirió cuartar ilusiones (materiales pero ilusiones al fin), alguien prefirió ampliar la brecha, alguien deberá ir pensando en construir murallas para resguardar su planificada ciudad-castillo….o alguien deberá hacerse cargo e intentar transformar las cosas, en serio.
2 comentarios:
Hace mucho que no hablo con usted. Descubro tarde su blog (que ya esta en favoritos) así que comenzaré a comentar desde aquí.
Su descripción del gran buenos aires es bastante acertada, le sugiero que no piense en términos tan unitarios, la realidad es global, inmensa y hay más contraste del que los ojos puedan tolerar. Dos puntos: no solo los candidatos se ofrecen engañosamente, sus almas ya han sido vendidas, los votos de aquellos a quienes se refiere tienen también un precio, más accesible por cierto. Luego el tema de cómo solucionarlo, es algo que me atormenta constantemente.
Es un lindo artículo, la verdad, pero me parece que entre la violencia del far west porteño y los olvidados del sistema falta un eslabón que los una. Y no te olvides del importante detalle de que los medios arman su agenda respecto a sus intereses: la insistencia con la violencia, que en los últimos días se incrementó hasta el hartazgo tiene mucho que ver con el intento de Scioli de bajar la imputabilidad.
Te agregué a mis favoritos Guille, espero que hagas lo mismo con el mío. Nos vemos en un pasillo de la facu.
Juan.
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